9 de la mañana, café en la terraza de Marta y Javi. Un contexto de una reunión cualquiera que con solo los primeros sorbos se convierte en cafeína para nuestra motivación.
Rodeando la mesa, en una de las zonas menos verdes de Madrid, un jardín con más de 80 variedades de plantas. El origen de la terraza son 15 años cultivando plantas regaladas, encontradas, buscadas y otras más atrevidas, espontáneas. Ginkgo, aligustre, magnolio, ciprés, rosal, acanto, fresno, endrino, castaño, hiedra. Y cada planta una historia. Una pequeña encina salvada de un mal destino en una cuneta, un maíz azul mexicano o una higuera que cruzó más de una calle con un pájaro.
De simples aficionados a las plantas, a buscadores de setas. Después, repobladores ocasionales durante sus vacaciones gallegas. Ahora miembros de una fundación para la conservación natural y promotores de un proyecto europeo de ciencia ciudadana para la lucha de plagas y enfermedades de bosques. Prometen.
No conciben la terraza sin plantas y hablan con orgullo de no tener bajas. Sus trucos, variedad y colocarlas juntas. “Así se protegen entre ellas”, nos dice Javi. “Se quitan el sol, se dan humedad, tienen menos plagas. Como un bosque”. Y así es, justo eso, un maravilloso bosque en pleno Malasaña.
Marta y Javi, calle Jesús del Valle
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