Emociona subir unas escaleras sabiendo que quien te espera arriba es el responsable de unas de las ventanas más espectaculares de Madrid. Menos mal que delante sube Angelines como apoyo, conserje del portal y nuestra cómplice para conocer a Arjún.

Prometemos robarle solo unos minutos de tiempo, y Arjún acepta y nos explica de forma directa que sus ventanas son así porque le gustan las plantas de toda la vida. Y lo que parecía punto y final a nuestra conversación tarda solo segundos en ser el título de una charla alegre, colorida y algo mágica.

De niño Arjún cuidaba las flores de la casa de su abuela en Palencia. Mientras describe animado la galería donde estaban las plantas, es muy fácil imaginárselo oculto entre ellas, adquiriendo conocimientos a base de mimos individuales a cada maceta. Mientras nos cuenta, Arjún va creciendo en la historia y en nuestras mentes, y un día decora a la muerte de su padre una ventana con plantas a su madre para que, desde el sillón, pueda ver vida, belleza y consuelo.

Ya solo nos separan tres años de nuestro reloj, y Arjún empieza a preparar las ventanas que hoy contemplamos. Algunas de las plantas que tiene provienen de esquejes encontrados en el suelo, de semillas recogidas del campo y de otras semillas menos silvestres de fruta que come. De cada viaje una semilla, así que nuestra mente también empieza a imaginar en otros idiomas y se plantea como será semilla de capuchina en portugués. A las flores, les acompañan canarios, por afición del padre, y también una familia de caracoles espontánea que no dañan sus plantas porque los alimenta con lechuga. Y plantas, cantos y moluscos acompañan a Arjún en su trabajo y ratos de ocio. Se lo pasa bien con ellas, nos dice, mientras las riega, mientras observa la luz entrar a través de sus hojas, mientras ve cambiar los tonos lilas actuales por un rojo prometedor en forma de rosal.

Nos despedimos con una sonrisa contagiada de la de Arjún al posar en sus ventanas para retratarle. Durante un tiempo, calle abajo, no nos hablamos sumidas cada una en nuestros pensamientos. Cuando nos miramos, aún ambas estamos sonriendo.

Arjún, Calle Conde Duque. Terapeuta alternativo