Esta vez hemos tenido la suerte de no ser solo unas más de las que admiran desde la calle Colón los balcones de Dean. Como un sueño realizado, Dean nos deja pasar a pie de maceta a través de su salón de paredes verdes y plantas en cada rincón y en cada libro. Mientras nos aclara la edad de una begonia que le roba espacio en busca de luz, nos matiza que le gustan más las plantas que crecen destartaladas, aunque eso ya nos lo habían chivado sus balcones.

De lo primero que nos habla es de su jardín en Londres, mientras busca unas fotos para enseñarnos ese maravilloso espacio que alberga más de 200 tipos de plantas. Y mientras hablamos, descubrimos que su jardín inglés y sus balcones madrileños, separados más de 1.200 km de distancia, están fuertemente unidos por plantas compartidas y el vínculo sentimental de Dean.

Nos habla de la ciudad como zona “límite” para las plantas, de si están contentas, de que cada una tiene sus necesidades de riego y luz, de las mudanzas que hace con ellas al balcón acristalado cada invierno, de las duchas necesarias para quitarles el polvo de la calle. Nos dice nombres de sus plantas, nombres de botánicos ingleses y nosotras nos vamos por pura prudencia y no por falta de ganas de estirar el tiempo y disfrutar más minutos de ese salón, de esas macetas que dejan colgar tan generosamente sus plantas a la calle y de la compañía de Dean.

Dean, Calle Colón. Florista y artista