Pepita, otra flor del barrio

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Pepita, calle Dos de Mayo

Con Pepita no necesitamos ni telefonillo, ni conserje aliado para subir a sus balcones. Fue un simple grito de “¡qué bonitas tiene las flores!” lo que nos plantó en pleno salón, entre fotos, recuerdos, plantas y sobre todo ella, Pepita.

Pepita nació en 1928 en la calle Mayor y lleva viviendo 77 años en su casa de Malasaña. Con nombres de lugares, descripción de familiares y anécdotas como la de que conoció un Madrid con solo 100 coches, nos habla de su niñez y anteriores barrios. En la narración de su propia historia ahora nos cuenta de pesares, guerra y enfermedades. Pero prefiere pasar rápido por estos años para llegar de un salto a un mejor tiempo en el que viajaba a París para conseguir modelos de alta costura que vendía a modistas.

Y así 32 años, y de estos viajes, clientas, y de una clienta uno de sus geranios que ha reproducido a base de esquejes y que tiene más de 40 años. Habla de sus “bonitísimas” macetas y nos quedamos un rato ancladas en este superlativo, que nos proponemos recuperar en nuestro propio lenguaje, y que bien lo merecen las plantas. Cuarenta y cuatro macetas tiene en su casa. Mientras nos cuenta sus cuidados, las va relacionando con amistades, fotos y acontecimientos de su vida. Nos habla de su barrio, de sus floristas como artistas de cine, de sus vecinos de calle al que les ha regalado sus “plumas de santa teresa”, que hoy lucen menos floridas que en sus balcones por falta de luz.

Cuando le preguntamos que son las plantas para ella, trata de resumirlo con una frase de un separador de libros que guarda en algún lugar y que promete buscar y enseñarnos. Y la frase, sin poder ser la literal, nos la resume con la reflexión de que aunque no creas en un dios, solo mirar las plantas y su belleza te llevan a pensar en él.

Nos marchamos prometiéndole una planta. Promesa para agradecerle un momento tan especial. Pero sobre todo es una promesa interesada, y es que queremos entrar en ese grupo de amistades de las que Pepita presume con tanto cariño con cada planta regalada.

Pepita Jiménez, Calle Dos de Mayo. Jubilada

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