La vegetación urbana moldea las líneas inmóviles de las ciudades y les da la oportunidad de vivir los cambios de estación.
Y así fue que el edificio de la esquina entre las calles San Andrés y Espíritu Santo comenzó su primavera con la glicinia de Nick. Racimos de flores lilas y blancas lograron nuevamente maravillarnos ante el efecto transformador que producen las plantas en los espacios.
Nick tiene 7 balcones repletos de plantas que se integran perfectamente con el interior de su casa. Es difícil separarlos del salón, la cocina o cada cuarto. De esta manera, más de 100 flores cada primavera decoran junto a cuadros, la despensa se prolonga con macetas de menta, romero o tomillo, y las hijas disponen de un juego sin caja para ser granjeras cosechando uvas casi desde la cama.
En medio de la hora del baño nos van descubriendo cada balcón. Entre el entusiasmo tranquilo de Nick, las carreras de las niñas, cada maceta rebosante de vida y la luz transformada por una vidriera de hojas, nos quedamos enganchadas al ambiente acogedor y vital de la casa.
Con tanta amabilidad no hubiera estado bien que tuviéramos “envidia sana” de sus balcones, así que enfocamos ese sentimiento hacia su vecino de enfrente y nos planteamos si sabrá lo afortunado que es teniendo delante un jardín en forma de balcones de Nick.
NICK, empresario – calle Espíritu Santo 28